¿Por qué nos cuesta expresar la rabia? El bloqueo emocional que silencia a muchas mujeres
- Marta Aperador
- 25 oct
- 3 Min. de lectura
¿Por qué no expresamos más la rabia? El silencio emocional que enferma

A muchas mujeres nos enseñaron que sentir rabia era peligroso, que expresarla era de "locas", de "intensas", de "malas mujeres". Así, fuimos aprendiendo a silenciarla, a disfrazarla, a tragarla casi sin darnos cuenta o en el mejor de los casos, sacando a la luz esa rabia en momento extremos.
Pero la rabia no desaparece por callarla. Se transforma en ansiedad, en somatización, en desconexión interna.
Hoy quiero hablar de esta emoción con la que tantas veces hemos peleado... pero que, bien acompañada, puede ser una de las más sanadoras. Porque yo también he pasado por ahí.
🔥 ¿Qué es la rabia desde una visión psicoespiritual?
La rabia es energía en movimiento, es fuego que notamos y que no está canalizado. No es solo un grito o una reacción: es la señal de que un límite ha sido cruzado.
Desde la psicoterapia espiritual, entendemos que la rabia no es una emoción a eliminar, sino una fuerza vital mal encauzada por años de represión cultural, familiar y espiritual. Por supuesto, hay que ver el contexto individual de la persona al completo, pero a modo general, podríamos decir que es un aprendizaje que hemos visto o heredado.
🌫️ ¿Qué nos bloquea a expresarla?
1. Lealtades invisibles
Muchas mujeres sienten que si expresan rabia, "dejan de ser buenas hijas", "se parecen a su madre", o "traicionan su linaje". Y a veces no es algo que tu pienses de forma consciente, tu puedes no estar pensando en esto de forma literal, pero tu actitud está marcada por esa creencia de no querer hacer daño. Sin darnos cuenta, asociamos expresar rabia con perder amor.
2. Miedo al rechazo o a ser vistas como conflictivas
La rabia femenina fue históricamente castigada, incluso a día de hoy lo sigue siendo. Aún hoy, ser una mujer directa o enfadada se juzga más que en un hombre. Es como si de alguna manera fuera más "normal" que un hombre se exprese de forma autoritaria o con carácter, y eso, para no salir de la norma social, aprendemos a reprimir para "encajar".
3. Desconexión cuerpo-emoción
La mayoría de las veces no nos damos ni cuenta de que sentimos rabia. La rabia no es solo lo que tu piensas cuando estás al límite. Hay miles de momentos (incluso en solo un día) donde puedes sentir rabia de forma natural, pero si tu eres una persona que por lo general se queda en la mente y no tiene costumbre o evita sentir de forma física, tu propia desconexión puede hacer que no lo percibas hasta que ya es muy explosiva. La mente justifica, minimiza, o racionaliza, pero el cuerpo grita lo que la boca calla: tensión, cansancio, ansiedad, insomnio…
4. Culpa
Muchas almas conscientes creen que sentir rabia es estar "en baja vibración". pero reprimirla no es amor. Es autoabandono disfrazado de luz, es una moda absurda que hace creernos que tenemos que estar todo el día en la paz y la armonía. Eso, aparte de ser imposible, necesitamos vivir todo tipo de emociones y no caer en autoengaños que pueden ser contraproducentes. Todas las emociones son buenas y sanas, siempre que no nos dominen por completo.
¿Qué pasa cuando no la expresamos?
Vivimos desde el agradar, no desde el ser. Nos olvidamos de lo más importantes: ser felices.
Nos convertimos en esponjas emocionales y lo pasamos mal, vamos al son de lo que ocurre.
Nos agotamos sosteniendo vínculos sin reciprocidad, damos de más y con más facilidad nos sentimos decepcionadas
Perdemos claridad, límites, deseo y en consecuencia nos baja la autoestima, no nos ponemos en nuestro lugar.
Y lo más importante: nos desconectamos de nuestra fuerza vital.
🌱 ¿Cómo empezar a liberar la rabia de forma sana?
Reconocerla sin juicio: “Siento rabia. Y es válida.”
Escuchar al cuerpo: ¿Dónde la siento? ¿Cómo se mueve? ¿Qué quiere explicarme o decirme?
Usar herramientas expresivas (voz, escritura, cuerpo)
Sostenerla en espacio terapéutico seguro
En ANCESTRA, trabajamos profundamente con la rabia como portal terapéutico sin tener que pasar por ella directamente. ¿Cómo? Con ejercicios diarios prácticos y sencillos psicosomáticos. No para eliminarla, sino para reintegrarla como fuerza, guía y fuego transformador.
La rabia no es tu enemiga. Es tu brújula si la sabes dirigir .
Es el límite que se rompió, la verdad que pide salir, el cuerpo que ya no quiere callar. Sanar la relación con tu rabia no es un lujo emocional. Es recuperar tu dignidad energética.
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